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viernes, 28 de agosto de 2020

Carta al director


La rebelión

Los libros se han rebelado. Se multiplican. Me invaden. Reducen mi espacio vital.
Empezaron ocupando la biblioteca, siguieron haciéndose los dueños del salón, continuaron apropiándose del pasillo y han acabado instalándose en mi dormitorio.
Hago mi vida en la cocina y el cuarto de baño, mis últimos reductos.
Esto no puedo continuar así. ¡¡¡O ellos o yo!!!
¡¡¡Tengo que exterminarlos!!!
Comienzo cogiendo algunos libros y hago una pira con ellos en mi jardín. Para mi sorpresa, cuando se apaga el fuego, encuentro entre las cenizas varios ejemplares nuevos de Fahrenheit 451. Fracaso.
Lo intento de nuevo con otras obras. Arranco sus hojas y las arrojo con rabia al suelo de la biblioteca. Cuando vuelvo de la cocina, contemplo con estupor que las hojas se han reorganizado formando tres primeras ediciones de La Rayuela. Fracaso.
No me desanimo. Lleno la bañera de agua. Arrojo allí los primeros tomos que encuentro en el pasillo para que se deshagan. Al cabo de un rato, como por arte de alquimia, todos se han transmutado en Veinte mil leguas de viaje submarino. Fracaso.
No pienso rendirme. Cojo una pala y los entierro en mi jardín. Al cabo de unos días observo con horror como sobresalen entre la hojarasca varias portadas de Viaje al centro de la Tierra. Fracaso.
Creo que estoy empezando a odiar a Julio Verne.
Cojo otro lote de libros. Los ato y los lanzo con una catapulta casera que con mucho esfuerzo he construido. Al poco, escucho un fuerte estruendo. Han caído en mi patio unos cuantos ejemplares de…¡¡¡ De la Tierra a la Luna!!! Fracaso.
Decido liberarlos. Los voy dejando por los bancos de parques y jardines de mi ciudad. Vuelvo a mi casa y encuentro en la puerta, esperándome, varios volúmenes flamantes de El Perfume. Fracaso.
Me rindo. Me mudo de casa.
Abro la puerta de mi nuevo hogar y descubro con incredulidad, en el suelo del recibidor, Los viajes de Gulliver.
Fracaso.

Inocencio Acor Ralado. Granada.